Cuando en 2011,
dejé de tener actividad y, sin conseguir a ésa altura de mi vida una
ocupación laboral, opté, en primera instancia, dedicar mi tiempo libre
a preparar mis memorias, dividida en segmentos, para, en algún momento escribir un libro en base a
las mismas. También hice anotaciones
para armar un libro con cuentos infantiles no tradicionales, de mi propia
creación, los que se originaron en la primera etapa, cuando mi hijo Darío era
niño (1968/1970) y por las noches se dormía escuchando mis relatos; los mismos
cuentos y con el agregado de alguna otra creación mental, utilicé (mucho más
adelante) para acompañar por las noches a mi hijo Fernando (1981/1982) (y como quedaron estampados en mi memoria,
también los narré a mi nieto Franco (hijo de Fernando) (2004/2005).
Ahí están estos
cuentos y también mis memorias, pero las circunstancias hicieron que ya el año
2013, tomara una decisión que me llevaría a incursionar en otro ámbito,
totalmente distinto.
Es así, que, buceando mientras trataba de conciliar el
sueño, llegué a practicar mi vocación de
dibujar y pintar.
Surgió entonces,
la historia de lo que me agradaba hacer y que me hacía sentir muy bien:
“Cuando cursé la
escuela primaria, ya se insinuó esa facilidad para dibujar y mezclar colores y,
obviamente, además de los dibujos por tareas escolares, que en aquél tiempo más
o menos 1937 en adelante, eran importantes, de vez en cuando incursionaba fuera
de la etapa escolar haciendo retratos de personas en vivo, que dicho sea de
paso, salían muy bien. En esos tiempos, por cuestión del “ego” o por quedar
bien con compañeros o a cambio de alguna “especie”, les hacía los dibujos que
requerían en la escuela. Pasada esa etapa escolar, pese a haber iniciado mi
trabajo en relación de dependencia el 22 de Noviembre de 1942 (antes de cumplir
los 15 años), seguí, en cuanto tenía
algo de tiempo, haciendo dibujos y pintando con témpera cuadros de mi propia
creación, y en ocasiones, llegué a obtener algún ingreso por ese costado de mi
actividad. Se dio el caso, en repetidas oportunidades, de hacerles los dibujos
a familiares o allegados que lo necesitaban, entiendo que por que lo “tiraba”
mi vocación.
Cuando hice el
servicio militar, (1949) una parte del mismo en el DM 52 de San Rafael, tuve la
oportunidad de dibujar un mapa de la provincia de Mendoza, completo y en tamaño
grande y, como consecuencia, llegué a pintar los tableros de una cancha de
bochas, dentro del ámbito de la Institución, con dibujos en témpera.
Recuerdo que hubo
oportunidades en que me animé a pintar “al óleo” y lo que hacía, (1952) alguien
a quien que le agradaba, se lo llevaba,
yo lo hacía con mucho gusto. También recuerdo hubo ocasiones en que hice
cuadros con temas religiosos, a lápiz,
que fueron destinados a familiares y personas muy cercanas.
En una etapa, ya
siendo grande, y estando jubilado, (1998/1999) pensé armar mi estudio para
dedicarme tanto a la pintura como a escribir, pero el destino quiso que no
ocurriera y entonces quedó relegada la posibilidad.
Con el incentivo
de mi familia más cercana, (2013) comencé el proceso de desempolvar aquella profunda
vocación y comencé haciendo cuadros pintados a lápiz; como agradaron a ellos y
a mí mismo, hice varios cuadros en ese entorno y ya, mucho más animado por el
buen resultado, me decidí a hacer trabajos con óleo pastel (crayones), que en
un viaje a Mendoza se me ocurrió comprar para utilizarlos algún día.
Hice varios
cuadros y como me sentía en mi “salsa”, comencé a indagar sobre la pintura con
acrílicos valiéndome de la Internet, aprovechando que mi hijo Fernando, me
regalaba un juego de pomos de acrílicos con la paleta respectiva, de muy buena
calidad, perfectos para la puntada inicial.
En los comercios
especializados que tenía a mano, preguntaba y consultaba sobre el tema y, acuciado por el instinto me decidí a intentar
la experiencia. Debo destacar en este punto, que en un viaje de mi primer hijo,
César Emilio, a Buenos Aires, le mostré algo de lo que había pintado con óleo
pastel y él, generosamente, aparte de animarme a proseguir con el desarrollo de
mi vocación, me daba el respaldo de cubrirme los gastos inherentes, lo que vino
muy bien, porque no le causaría mi incursión en esa actividad, problemas a mi presupuesto normal.
Como consecuencia
de todo lo narrado, me encuentro pintando cuadros con acrílicos y, en ese terreno, voy haciendo experiencia y
agregando a mis materiales, elementos que ayudan a la mejor terminación y al
acabado más ideal de los trabajos.
Siempre tuve la
tendencia de dibujar y/o pintar cuadros basados en paisajes, transportándolos a
la pequeña obra lo más cerca de la realidad posible, pero también ya metido en
el tema, opté por agregar el rubro de los jarrones con flores y otros temas;
así voy adquiriendo mayor seguridad y ajustando la inquietud para complacerme a
mí mismo y a quienes me apoyan en este camino.
Seguramente en
algún momento, desarrollaré temas de mi propia creación, en la medida que vaya
adquiriendo mayor seguridad y experiencia.
Cuando comencé a desarrollar mi vocación, hice dibujos y cuadritos de 17,5 x 12, 5, seguí con alguna medida especial y con el tamaño A4, luego con 30 x 20, 32 x 25 y actualmente (Abril de 2014) 35 x 25.
Los primeros cuadros los pintaba en "bastidores" artesanales, de mi propia fabricación; a medida que fuí avanzando, fui cambiando de materiales buscando lo mas óptimo.
En Febrero de 2015, ya con mas experiencia y ajustándome a mi espacio de trabajo, comencé a comprar bastidores de calidad, con lienzo y la imprimación necesaria, y respecto de las medidas fuí adoptando las mas convenientes hasta llegar al momento de quedarme con la de 0.30 x 0.40 ya en forma definitiva.
19 de may. de 2014
Cuando comencé a desarrollar mi vocación, hice dibujos y cuadritos de 17,5 x 12, 5, seguí con alguna medida especial y con el tamaño A4, luego con 30 x 20, 32 x 25 y actualmente (Abril de 2014) 35 x 25.
Los primeros cuadros los pintaba en "bastidores" artesanales, de mi propia fabricación; a medida que fuí avanzando, fui cambiando de materiales buscando lo mas óptimo.
En Febrero de 2015, ya con mas experiencia y ajustándome a mi espacio de trabajo, comencé a comprar bastidores de calidad, con lienzo y la imprimación necesaria, y respecto de las medidas fuí adoptando las mas convenientes hasta llegar al momento de quedarme con la de 0.30 x 0.40 ya en forma definitiva.
19 de may. de 2014
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